Recibí la llamada para fotografiar a Bowie en julio del '95. Se decía que era una persona sencilla y, fiel a su fama, entró al estudio con la mano extendida. Tras él venía su colaborador musical, Brian Eno. Ambos estaban de buen ánimo y sumergidos en la compañía del otro. ‘The Session’, como llegó a conocerse la sesión, fue un encuentro breve. Después del peinado y maquillaje, me quedaron 40 minutos de la hora asignada para fotografiar a ambas personalidades. Mi objetivo era crear imágenes individuales que, al colocarse en la página, se conectaran visualmente: ‘no ver maldad’, ‘no oír maldad’ y ‘no hablar maldad’ se redujeron a simplemente ‘shush’ y ‘oi’.
La imagen de ‘shushing’ se ha convertido en uno de los retratos más reconocidos de Bowie. Además de ser el emblema oficial de su musical *Lazarus*, fue elegida por la Recording Academy para publicitar su ceremonia de los Grammy en 2017. Sotheby’s la usó para ilustrar sus prestigiosos catálogos de subastas de Bowie. Las fotos se han reproducido en y en las portadas de innumerables revistas, incluyendo *Rolling Stone*, *Esquire* y *Paris Match*. Biografías y publicaciones en todo el mundo han adornado sus portadas con estas imágenes. Las impresiones originales y los lenticulares han sido buscados por galerías y coleccionistas internacionales.
En 2011, recibí una solicitud de David para una impresión que colgaría en su oficina en Manhattan. Resultó que una de las imágenes de ‘The Session’ era el retrato favorito de Bowie, un reconocimiento notable. Para mi asombro, la imagen que eligió también era mi retrato favorito de la sesión y el que menos pensaba que resonaría con él. El retrato era implacable; su guardia estaba baja, la máscara estaba fuera, la personalidad revelada. Esta era la imagen de un hombre mirando desde el vacío, perdido y vulnerable. En 2012, David solicitó que el mismo retrato estuviera en la portada del libro *David Bowie Is* del V&A y en la última página con el epitafio ‘Bowie Is – The End.’
Al salir del estudio, David vio una bandeja de bebidas, la agarró y la puso detrás de su cabeza para crear un halo instantáneo. Aproveché la oportunidad, un soporte fue empujado por la parte trasera de su camisa y la bandeja fue pegada detrás de su cabeza. Lo vi transformarse en San Pedro en las Puertas del Cielo – Heaven el club nocturno. Gritaba y silbaba a los imaginarios asistentes al club, pero nadie pasaba.
Retratos icónicos de Bowie eran inevitables, él era el maestro del lente. He fotografiado a muchas celebridades, pero Bowie es la única estrella que ha alcanzado el estatus de deidad en su prematura desaparición.
Bowie es inequívocamente un ícono cultural.